19 Sep 2024

79. FIP TURRIALBA 2024. MODALIDAD VIRTUAL. JENNY ÁLVAREZ

-03 Ago 2024
Prensa

 

 

 

 

JENNY ÁLVAREZ

Selección de poemas inéditos

 

 

MAYO EN LA CAVERNA

 

Mayo ha sido el engaño, el rojo parpadeante,

la señal ambigua del anzuelo,

que, desde el cuerpo,

risueñamente mordimos.

 

Mayo fue el engaño,

el apego de la garra que nos sujeta,

el rojo parpadeante debajo de la piel.

 

¿Recuerdas su tonada tan oscura?

¿Recuerdas la caverna?

 

El amor es la boca profunda

de hierros y flores,

la leyenda incomprensible

que apenas pronunciamos.

 

Aquí están tus dominios,

aquí el anzuelo en rojo parpadeante.

Aquí el humo que construye la pirámide,

el mismo que poco a poco nos irá borrando.

 

¿Recuerdas la tonada, tan oscura?

¿Recuerdas la caverna y sus espejos?

 

Detrás del cuerpo va la herida

y llorando se queda el ángel de la zarza ardiente.

 

Reconozco el color de la hora y sus migajas.

Reconozco la tonada.

 

Mayo ha sido el engaño,

el apego de la garra que nos sujeta.

Mayo es la herida inútil,

al final de la caverna.

 

 

PASO CON ESPINAS

 

Cargo el paso espinado de mis ancestras,

su ritual oscila a mis espaldas

con lenguas de mariposa.

 

Retazos de mujeres al límite del péndulo,

su balbuceo inevitable me susurra:

su corona en llamas,

su mancha iluminada y triste,

lo que llevo a mis espaldas

- lenguas de mariposa-

 

Mientras trato de ocultar

el tajo de mi desvelo

en las brasas que me sustentan.

 

Quizás alguien venga y me dé otro nombre,

al mirar el lado luminoso de mi sangre.

 

Una espina me viene atravesando hasta el ropaje,

antigua como ojo de ciclope.

 

¿Pero dime quién te enseñó a bailar

entre conjuros niña?

atando y desatando los nudos de tu destino,

andando tan sonriente en los pasillos del miedo.

 

¿Quién te enseñó a perder,

a girar,

a volverte descarriada?

 

Entre ferocidad y el miedo,

iniciada

en lenguas de mariposa,

cargando el paso iluminado y triste

de todas tus ancestras.

 

 

ME SOSTENGO

 

A pesar de todo, me sostengo

en la orilla gastada de los días,

me sostengo con una cuerda floja

y un hilo de sangre.

Con esta cara sonriente que me tapa el miedo

y el brillo fugaz de una moneda en mi bolsillo,

con la flor violenta de mi deseo,

más allá de tus labios mal sanos,

donde anclo una cuerda para las noches.

Y bajo,

bajo a la muchacha de los disparates,

a mi niña pordiosera,

impune y feroz,

rezando una oración equivocada.

Por eso pongo una silla detrás de las puertas

y oculto el amor debajo del piso.

A pesar de todo,

les lanzo esperanza a las mañanas,

me levanto alerta, voy al juzgado

a pelear por todo y a pelear por nada,

y toco alguna puerta sorda,

pero ahora, veo otra luz por las ventanas.

Estoy segura de que será otra la emboscada,

y mi corazón renacerá en una tumba diferente.

 

 

HAMBRE DE MIS PLEGARIAS

 

El tiempo volverá por sus carreras y apuestas,

y yo tal vez no me salve,

de la rueda,

de las vueltas del mundo,

de este polvo inseguro que nos sigue.

 

En tanto yo improviso un movimiento,

revuelvo bien mis pasos y bailo,

corazón en mano,

bailo mi lado oscuro,

el corazón, la trampa,

mientras el reloj marca el hambre de mis plegarias.

Me ampara un giro infiel.

Al lado de mis flaquezas,

un hombre, un dos, un dos,

y yo por variar olvido los pasos,

los dejo en otra vuelta del mundo descarriada;

ahí quedó mi corazón, mi copa, mi girasol robado.

 

Bailo, con toda el hambre de mis plegarias,

en este polvo inseguro.

A un paso de mi cuerpo,

un dos, un dos,

a un paso de mi muerte.

Con toda el hambre de mis plegarias,

aunque tal vez no me salve.

 

Y atada a mi sol, sin rastro,

yo desaparezca.

 

  

CUANDO PIERDA EL JUICIO 

 

Cuando pierda el juicio me iré al Callao,

estrenando una llama insobornable

para rozar mis ángeles.

Olvidaré el plazo, los contratos

y este juego del hambre que jugamos.

 

Asumiré la emboscada del día en catapulta,

el ansia, la cordura, la trampa

y todas sus consecuencias.

 

Cuando pierda el juicio, desharé el pasado,

las cenizas de palomas que ataron mis manos.

Hallaré tu nombre en una seña del destino

y vos le darás un ala más a mi locura.

 

En claroscuro,

al último tute.

Cuando pierda el juicio me iré al Callao,

sin pan,

en primavera,

bajo sentencia de muerte.

No importa, me beberé la noche

con algún astro vacante que quedara.

 

Sólo importarán mis anticuerpos,

por el tiro de gracia que me atines

con tu cara dura y tu silencio.

 

Algo adentro se me quiebra,

tal vez un diente,

un brazo mal prendido a un disparate

y yo sin juicio,

asomándome al fuego,

le soplo aire al ala de locura que me diste.

 

Pero denle audiencia a una vuelta del destino,

que descargue la culpa,

su furia, su ternura,

y lo demás que se lo lleve un remolino.

 

Yo voy ya en una balada convaleciente,

rozando mis ángeles;

con tu tiro de gracia y mi llama insobornable,

aquí, desde el Callao,

tratando de tentar el caos,

tratando de mirarte en claroscuro,

bajo el último tute

y sin juicio.

 

 

CAÍDA LIBRE

 

Sé que debería ordenar cada uno de mis años,

formalizar sus costumbres

de tanto palo ciego que han dado.

Como un ejercicio de superación personal,

poner sus barbas en remojo.

Olvidar mis cabos sueltos,

por más dorados que parezcan.

Pero uno se acostumbra a celebrar la primavera,

a consumir sus raíces.

Sé que debería domesticar mis aspiraciones

de trapecista contra el miedo,

pero un ángel retardado me ató los zapatos,

destruyó el castillito de arena que me diste,

y a estas alturas,

ya no importa pájaro en mano.

A estas alturas no hay garantías.

Tal vez debería ordenarme los planes, el cabello,

Pero he decidido seguir en caída libre,

con mis cabos sueltos y mi trapecio,

en caída libre,

tras el salto de cada día

y todo el peso de mis aspiraciones.

 

 

COMO UNA SALAMANDRA

 

He querido escaparme de ti,

como una salamandra,

como el blanco huye de la flecha,

sin dejar de estar ahí.

He querido escapar,

desarmar tu conjuro,

la sombra fiel de mis veinte años

y tirar al precipicio mi frágil corazón de salamandra.

 

Porque nada me ampara más que los hilos invisibles

que otra vez nos encuentran,

porque nada nos va a evitar el laberinto.

 

Seré la loca decrepita que saca versos del polvo

y esconde los retazos vencidos de su cuerpo.

Como una salamandra que traspasa las paredes,

esparciré paso a paso mi canto,

para que tú me escuches.

Aún no es tiempo de perder el juego

a la sombra de los miedos,

quemada entre falsos resplandores,

con cartas que no me pertenecen

y una flecha pendiente para el alma.

 

Huiré a esconder mi frágil corazón de salamandra,

aunque tal vez,

desde el fondo,

nos devore el juego.

 

Jenny Álvarez (San José, Costa Rica). Poeta, abogada, profesora y máster en docencia universitaria. Administraccion y gestión de empresas cooperativas en Canadá. Es autora de cuatro libros de poesía Trece Osadías y una canción, Una noche para callar los nombres, Otra vez el juego otra vez la vida y Flor Carnívora. Su libro Otra Vez el Juego Otra Vez La Vida, se tiene como como texto colegial para la enseñanza del español de segundo ciclo en Costa Rica. Contribuyó con la creación de la normativa legal para El Código de la Mujer, así como en organizaciones de Derechos Humanos. Es gestora cultural, editora, miembro y asesora legal de la Editorial Arboleda.

  



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